Vasco Núñez de Balboa, -ilustre conquistador español famoso por ser el primero en llegar al Océano Pacífico, al que llamó Mar del Sur, cruzando el Istmo de Panamá-, llegó a América en 1501, a los 26 años de edad. Pasó por Panamá y las costas del Caribe hasta llegar al Cabo de la Vela, en lo que hoy es Colombia. Con las ganancias de esa exitosa campaña, se estableció en La Española, (actual Haití), donde se dedicó a la agricultura y a la cría de cerdos. Después de 10 años, sus negocios comenzaron a andar mal, y llegó a pedir préstamos por grandes sumas de dinero. No pudiendo pagarlos, y perseguido por sus acreedores, se embarcó como polizón oculto adentro de un barril y acompañado de su perro Leoncico, en una expedición comandada por el Alcalde Mayor de Nueva Andalucía, Martín Fernández de Enciso. Fue descubierto durante la travesía marítima, y el Capitán Fernández de Enciso intentó dejarlo en la primer isla desierta que encontrase. Pero luego, convencido de la importancia y los conocimientos de Balboa, lo perdonó y lo llevó hasta el final de su expedición.

De esta forma, Núñez de Balboa se convierte en el primer polizón del que tenemos noticia en nuestra historia americana.

Hay en genealogía un mito, o leyenda, permanentemente repetido acerca del abuelo o bisabuelo que llegó a América como polizón en un barco. Cuando no se encuentran referencias oficiales de la primera entrada al puerto del antepasado, las familias acostumbran atribuir este hecho a su llegada clandestina como polizón en algún barco. Sin embargo, y contrariamente a lo que se piensa, los polizones casi siempre han sido documentados en todos los registros y listas de pasajeros. Más del 90% de los polizones siempre han sido detectados, identificados y registrados, si no en alta mar, al desembarcar en los puertos.

Para comprender mejor esto, veamos cómo se ha regido en el pasado y cuál es actualmente la legislación internacional acerca de los polizones. Los polizones existieron desde que existe la navegación, y siempre han existido ciertas reglas de uso y costumbre para el procedimiento al ser detectados. Cuando lo encuentran en alta mar, en términos marítimos se lo llama polizón frustrado. Si lo descubren dentro de aguas territoriales,  pueden desembarcarlo en un bote y mandarlo hasta la costa desde donde salieron. Fuera de aguas territoriales, ya se transforma en un problema a cargo de la compañía naviera, quien debe asumir todos los costos de transporte, desembarco y atención médica si fuera necesaria. En alta mar está totalmente prohibido a un barco desviarse para abandonar polizones. Lo que siempre se ha hecho al descubrir un polizón, es ponerlo a trabajar para que compense los gastos que ocasionará. Luego de identificado, se verifica su documentación. Si está en regla, se lo anota en la lista de pasajeros, al final de la misma, con una aclaración de su condición a bordo. Otra opción es que siga trabajando en el buque hasta llegar a otro puerto, por lo cual queda registrado como miembro de la tripulación. Aquí vemos, entonces, dos formas en que los polizones quedan registrados.

Los gastos ocasionados por los polizones, desde la fundación de la primera compañía de seguros marítima, el Lloyd de Londres, en 1688, nunca fueron cubiertos por los seguros marítimos. De esta forma siempre se presionó a los embarcadores para que tomaran las medidas necesarias para inspeccionar bien los barcos, teniendo todas las áreas iluminadas, y revisaran todos los lugares de escondite posibles, antes de zarpar del puerto. Sin embargo, los Clubs, -mutuales de las compañías de navegación que siempre han cubierto los riesgos no cubiertos por los seguros-, siempre han indemnizado esos costos.

Cómo ingresa un polizón a un barco? Hay dos formas tradicionales: o escondido de alguna manera, o como visitante de algún pasajero antes de zarpar el barco. Luego es escondido en un closet, o protegido, generalmente, por los mismos pasajeros cuando lo van conociendo. Estos le suministran comida y le suelen prestar ropas para cambiarse. En el caso de que tenga que permanecer escondido, pasará muchos días sin comer, y es probable que llegue a puerto enfermo, desnutrido y afiebrado, con alguna infección. En ese caso, antes de proceder con su situación legal, será enviado a un hospital para su atención médica, con los gastos a cargo de la compañía naviera.

Es muy difícil que un polizón pueda llegar a un puerto y escapar del barco sin que nadie se de cuenta. Normalmente los puertos están muy vigilados y los desembarcos siempre han sido muy controlados. Si los capitanes pudieran soltarlos y dejarlos ir sin que nadie lo advierta, sin duda que lo harían, para evitar los futuros gastos. Pero las autoridades portuarias controlan siempre muy bien esa situación, y es difícil, si no casi imposible, burlarlos. Una vez en tierra firme, puede ser que el polizón pida refugio o asilo en el país del desembarco, por razones de guerras, persecuciones políticas o extrema necesidad, por lo cual casi siempre es aceptado por casi todos los países, siempre y cuando sus documentos estén en regla. Si no tuviera documentación que lo identifique, lo más probable es que sea repatriado en el próximo barco de la misma compañía que lo llevó hasta ese puerto. También puede ser repatriado si las razones de su viaje ilegal no fueran satisfactoriamente convincentes, tales como que cometió ese delito por ansias de aventura, conocer el mundo, o algo así.

Los polizones casi siempre son hombres. Se han dado muy pocos casos de mujeres. Durante el siglo XIX, y a principios aún del XX, cuando se detectaban mujeres como polizones siempre se ponían bajo la custodia de algún hombre, ya fuera un pariente, o amigo de su familia en el puerto de destino. No se dejaba a las mujeres nunca solas. En el caso de que estuvieran embarazadas, no se podía proceder a su repatriación de ninguna manera.

Fue famoso, en 1928, un caso de mujer polizón. Rose Host subió a bordo del Manchuria  en New York con un pase de visitante, y se quedó en el barco cuando zarpó. A las pocas horas se presentó al Capitán y le dijo que no tenía un centavo para pagar el pasaje. Como desembarcarla en el primer puerto, que hubiera sido la Habana, le hubiera costado a la compañía afrontar gastos, decidieron ponerla a trabajar como empleada de la oficina de contabilidad del barco. Con eso costeó su pasaje en la compañía Panama Pacific, la que a partir de ese momento tuvo especial precaución con las mujeres visitantes.

Actualmente los polizones están internacionalmente legislados por el Convenio FAL 65 (Convención de Facilidades para el Tráfico Internacional Marítimo), que fue puesto en vigencia en Mayo del 2003. Anteriormente hubo una Convención de Bruselas de 1957, pero nunca fue puesta en práctica porque sugería que los países de desembarco se hicieran cargo de los gastos de los polizones.

Es indudable que unos cuantos -no tantos como se piensa- de nuestros ancestros llegaron a los puertos americanos en calidad de polizones. En las bases de datos de Ellis Island, New York, se pueden encontrar muchas listas de  polizones, como ésta, de 1907:

En general, cuando se dispone de listas de pasajeros, en todos los puertos y en todos los países, los polizones están siempre registrados. Los principales sitios genealógicos tienen a disposición listados de polizones de todas las épocas.

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DE LA HABANA A MADRID EN LAS RUEDAS DE UN AVION

El 4 de Junio de 1969, Armando Socarrás Ramírez y Jorge Pérez Blanco se escondieron en el tren de aterrizaje de un DC8 de Iberia (vuelo 904) que volaba de La Habana a Madrid. Luego de un vuelo de 9 horas, al desplegarse el tren de aterrizaje en el aeropuerto de Barajas, el cuerpo de Pérez cayó al vacío y nunca lo encontraron. Pero Armando Socarrás sobrevivió y fue retirado del compartimiento con un fuerte estado de shock, casi sordo, con algunas heridas y semicongelado. A 11.000 m de altura había soportado 14 grados bajo cero de temperatura, con sólo una camisa, ¼ de la presión atmosférica normal y la lógica falta de oxígeno. Un ejemplo de supervivencia.

 

Sin embargo, "el mito del polizón" es uno de los más comunes en todas las familias. Tan común como el de los antepasados nobles, o el mito de estar emparentado con alguien famoso del mismo apellido.

Lo mejor para quebrar estos mitos y llevarlos a la realidad es investigar. Es más romántico, más aventuresco, tener un antepasado polizón, que llegó escondido en un barco y pasó hambre y luego terminó siendo dueño de muchas hectáreas de tierra en América. Pero como todos los mitos y leyendas familiares, muchas veces no es cierto. Y si lo es, los datos pueden conseguirse.

Pablo Briand, Julio 25 2009

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